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Cena de despedida, cena de inauguración, Loiolatarra cambia de sede

Loiolatarra abrirá en noviembre su nuevo local tras 70 años en su actual sede, forzada por el desarrollo urbanístico previsto en la zona

Los 135 socios que forman parte del octogenario club deportivo Loiolatarra están haciendo las maletas. Más de 70 años después de que la sociedad donostiarra naciera en el barrio de Loiola, sus miembros empaquetan estos días una importante etapa de su historia y se disponen a afrontar el futuro en unas modernas instalaciones.

La mudanza, sin embargo, no será muy complicada, ya que el club tan sólo tendrá que cruzar la calle para llegar al número 3 de la misma vía y asentarse en un nuevo espacio de 200 metros cuadrados que se inaugurará a comienzos del próximo mes. Las nuevas instalaciones ofrecerán a los socios la posibilidad de disponer de dos comedores y una amplia cocina, así como servicios y una sala de reuniones.

Los trabajos de construcción del nuevo inmueble de 22 viviendas que acogerá al club Loiolatarra en su planta baja forman parte del proceso de regeneración integral del barrio y afrontan ya su recta final.

La sede cumple además con todos los requisitos de accesibilidad para personas de movilidad reducida y con un moderno equipamiento que se presentará en sociedad dentro de un mes con una fiesta de inauguración.

Los socios de Loiolatarra se despedirán también con una cena de celebración, aunque no será un adiós definitivo, ya que el local continuará en manos del club, que aún no ha determinado qué usos dará en el futuro a esta propiedad.

La fundación se produjo a iniciativa de un grupo de amigos que entiende necesario contar con un lugar de encuentro para el vecindario, entonces muy disperso por los baserris y casitas de la zona, así como el fomento de los deportes. La primera sede, el bar Xemene y como presidentes, compartiendo el cargo, Manuel Sansinenea y José Lopetegui. Curiosamente, el Club admitía socias y la cuota era de una peseta al mes. En 2002, a la edad de 96 años, falleció Juanita Gaztañaga, una de las socias fundadoras.

Castillo-Etxeberria: Campeones, en el frontón de Loiola. Año 1946
Castillo-Etxeberria: Campeones, en el frontón de Loiola. Año 1946
Pocas sociedades habrán cambiado tanto de local. En 1926 se trasladó a la Casa Semperena y tres años más tarde al bar Ongi Etorri. En vísperas de la guerra civil (año 1935) se instaló en lo que sería hasta fecha reciente su sede social, en los bajos de la casa Mendiburunea, adquirida en propiedad en 1957 bajo la presidencia de César Benito Iradier.

Loiolatarra compaginó el objetivo de servir de lugar de esparcimiento y encuentro con el de el apoyo a determinadas especialidades deportivas, en especial la pelota. Sus practicantes se forjaban en el Arkupe, un frontón irregular y descubierto que les dotaba de una especialidad habilidad en el juego. Los más destacados nombres fueron Epelde, Inciarte y sobre todo Ignacio Echarri (mano), Enrique Abril e Ignacio Londaiz (pala), Luis Guridi (cesta punta) y los hermanos Arrieta (remonte), todos ellos entre 1935 y 1950, los años de oro en el club.

El C.D. Loiolatarra cubrió con trainera propia toda la década de los 40. Gracias a Loiolatarra se salvó en algún año La Concha, entonces con dificultades para reunir cuatro tripulaciones en todo el litoral. ¡Qué diferencia con la actualidad! El club ofrecía a los componentes de la trainera una directiva entusiasta, fondos para los gastos esenciales, un local junto al río para facilitar los entrenamientos y la sociedad donde cenaban muchas noches los remeros.

Otras modalidades deportivas promocionadas desde Loiolatarra fueron el balonmano y el fútbol, con equipos que en los años cincuenta compitieron a un alto nivel.

Desde su fundación, Loiolatarra organizó las fiestas de San Ignacio. En 1981, se constituyó una Comisión abierta, más amplia, a la que se incorporó la Sociedad. En la década 1960 participaba en las Fiestas de Primavera donostiarras preparando vistosas comparsas y carrozas.

En 1955 salió por vez primera la Tamborrada. En este tiempo se produce el desarrollo espectacular del barrio, que pasa de trescientos habitantes de 1940 a cinco mil en la actualidad.

Buenos cocineros ha habido muchos en Loiolatarra. Por ejemplo Josetxo Amunarriz, Pablo San Martín, Ignacio Pomar, Ramón Díaz o Dioni Huegun.

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