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Haciendo historia

Las crónicas nos hablan de numerosas Sociedades que existían en San Sebastián, en la segunda mitad del siglo XIX

Hagamos historia. Cuenta Luis Bettonica que fue la Compagnia del Paiolo (Cofradía del Puchero) en la Florencia del Renacimiento, la primera sociedad gastronómica. "Una vez por semana un grupo de amigos en su mayoría personajes relevantes de la vida florentina, se reunía en el Palazzo Rucellai. Los socios de esta cofradía tenían la costumbre de intercambiarse sus propias creaciones primorosamente preparadas por los cocineros de aquellos señores". Sin embargo, sigue Bettonica, ha sido Francia el país donde los clubes e instituciones gastronómicas han sido más numerosos, duraderos e importantes. Entre los más antiguos se cuenta el Souper des Quinze Libres (el club tomó el nombre de la cota máxima -quince libras- a pagar por cada socio), que fue fundado hacia mediados del siglo XVIII. Los socios de este club se reunían cada miércoles, a las cuatro de la tarde. Durante el segundo imperio francés un grupo de esforzados "gourmets" formó una auténtica cofradía a la que llamaron Club des Grands Estomacs.

Las crónicas nos hablan de numerosas Sociedades que existían en San Sebastián, en la segunda mitad del siglo XIX. La primera en crearse y la más importante fue La Fraternal, instalada en el nº 11 de la calle Puyuelo, una sociedad de "comer y cantar", como señalaban sus estatutos, pero también organizadora de fiestas. Así, en 1857, financiada con aportaciones de l os socios, montó una corrida de toros de altos vuelos en la Plaza de San Martín, entre otros muchos festejos que intentaban llenar el vacío del verano. El periodista Ramón de Navarrete escribía al respecto "que no había sobrada variedad en los goces y que los días solían transcurrir en la melancolía sin más entretenimiento que las visitas a los amigos y las excursiones por el campo".La Fraternal sufrió un incendio que destruyó su sede y sus dispersos socios decidieron la creación de una nueva Sociedad, la Unión Artesana (año 1870).

Dos años más tarde surge La Armonía con el objetivo, según señala su reglamento, de "proporcionar a los individuos que la componen la mayor suma posible de distracción y recreo". A compás del desarrollo económico de la ciudad se forman numerosas Sociedades mutualistas como las de Pescadores de San Sebastián (1869), Neptuno (1878), 1º de Abril (1879), La Unión Obrera (1880), La Humanitaria (1892), o Euskalduna (1893). Sus funciones eran muy varias pues a la propia de administrar la mutualidad de los gremios artesanales se unía la de contribuir a la instrucción de sus socios y en este sentido todas contaban con biblioteca. Figuraba también "el entretenimiento del ocio", dentro de un orden pues acorde con la legalidad vigente "quedaban prohibidos los juegos de envite y azar" así como "toda discusión política y religiosa".

Otras muchas Sociedades populares se crearon y funcionaron en aquellos años finales del siglo XIX. De ello tenemos noticia por la prensa de la época cuando avisa de actividades llevadas a cabo por alguna de ellas. Citamos, por ejemplo a Reunión de Amigos, La Amistad (1884), Oña, Oteiza, La Unión (1888), El Edén (1890), Sociedad de Recreo, Donosti Zarra (1896) y Gizartea (1898). De alguna consta la existencia de cocina al referir la prensa que "los socios gozaron de una comida abundante preparada en la misma Sociedad".

De este tipo de Sociedades que llamaríamos multidisciplinares solo perduró Unión Artesana. Con Kañoietan (año 1900) se inicia un ciclo distinto donde la gastronomía ocupa lugar fundamental.

 

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